1 de marzo de 2009

Glosas o el proletario de los dioses

Los dioses condenaron a Sísifo a empujar eternamente una roca hasta lo alto de una montaña, desde donde la piedra vlvía a caer pr su propio peso. Pensaron, con cierta razón, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza.



- Sobre todo cuando la respuesta del "para qué" produce náuseas.



...Sísifo es el héroe absurdo. Lo es tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su pasión por la vida le valieron ese suplicio indecible en el cual todo el ser se dedica a no rematar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. Nada nos dicen sobre Sísifo en los infiernos. Los mitos están hechos para que la imaginación los anime.




- Se los apropie y los reviva. ¿Acaso no lo hacen las religiones?



En el caso de éste, vemos solamente todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, empujarla y ayudarla a subir por una pendiente cien veces recomenzada; vemos el rostro crispado, la mejilla pegada contra la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de greda, un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra.



- ¿Es necesario un espejo?



Al final de este prolongado esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, llega a la meta. Sísifo contempla entonces cómo la piedra rueda en unos instantes hacia ese mundo inferior del que habrá de volver a subirla a las cumbres. Y regresa al llano.



- ¿Podemos llamarlo "cíclico" para no emplear la palabra "eterno"? Pues la cacofonía de cíclico hace cíclica la palabra.



No hay sol sin sombra, y es menester conocer la noche. El hombre absurdo dice sí y su esfuerzo no cesará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior o al menos no hay sino uno, que juzga fatal y despreciable... Sabe que es dueño de sus días... Así, persuadido del origen plenamente humano de cuanto es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando.




- Por eso, aprendí a tallarla en la marcha.



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Algunas glosas visuales sobre
Camus, A., El mito de Sísifo.

3 comentarios:

adriana rey dijo...

Qué final! ir tallando su peso, su consistencia, es la única salida. Lo único que puede esperanzarnos de no tener que seguir repitiendo.

Anónimo dijo...

Exactamente.

Hoy puedo decir que algo aprendí en el camino. Igualmente, al tallar, alguna de mis manos lastimo.

Anónimo dijo...

Camus fue todo un griego. Gracias por traerlo y combinarlo con el arte. ¡Me encanta tu blog!