3 de enero de 2010

Claudia Campari



Durante la secundaria experimenté el odio.
Aprendí a desbordar odio.
Una causa.
Un nombre.
Esa...
Profesora de matemáticas...
Olía a pastillas de mandarina.
Rubia.
Joven.
Frenética en el espíritu de aquello,
los números.
La odié.
Era recíproco.

Hoy,
no la odio.
Agradezco que me haya alejado de las exactas.


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