pues se respira el aire estúpido
desde el rincón de la concentración
de las sentencias
aliento mediocre de exigencias
que bufan.
- Sonó mientras estaba en el banco. No atendí.
- Me dejaron cinco mensajes.
- Entonces, aún no hemos vuelto.
- Nos vemos allá.
(Risas)
No permitiré que licúen mi cabeza.
Yo voy a licuar la suya, señor.
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